Muchos se preguntarán que es lo que significa esa palabra pues con seguridad no la han escuchado pero ni de broma; probablemente solo la reconozca la familia y los entendidos que vivieron en la sierra por los 80’s. Pero más allá de querer recordar una época lúgubre de nuestra historia quiero evocar esta hermosa palabra pues es así como me llamaba mi tío Tito (Q.E.P.D.)
Yo pequeño y gordito, muy avispado e inquieto, me hice merecedor de esta chapa de parte suya ya que era muy habitual en él hacer bromas a diestra y siniestra. Muy lejos de molestarme pues entendía que venía del “coche-bomba” (o tal vez a las 5 años aún no entendía nada de esa situación), la asumí con mucho cariño y orgullo.
Y es que siempre tuve buenos y bonitos recuerdos de mi tío durante toda mi infancia, lleno de risas y bromas, juegos y chistes, paseos y visitas… siempre con una sonrisa, con buen filo y con un “sapito” bajo la manga que lo hacía sin duda un tío al que no podía dejar de visitar o ver en mi propia casa.
El tiempo pasa y no espera a nadie, y los errores propios y ajenos pasan factura; y a pesar de estar joven me era difícil entender como las cosas podían cambiar tanto, así como las personas, y de pronto ver a alguien tan frágil después de haberlo visto tan fuerte e imponente.
Ver llorar a esos hombres de acero de tu infancia siempre marcan tu espíritu pues te enseña que todos, todos, sin falta, sentimos dolor, tristeza, soledad, abandono, olvido… pero más allá de hacerlos débiles aprendes a comprenden y valorar que la fuerza del hombre (y de la mujer) no está en las lágrimas sino en lo que te enseñan con ellas, y yo aprendí de él algo que desde ese día jamás pude olvidar: Arrepentimiento.
Y los años siguen pasando y las dolencias propias de la edad no se hacen esperar y a veces juegan malas pasadas (inclusive sin que pasen tantos años). Es cuando echas un poco de coraje al ver cada vez más frágil y triste esa figura imponente y tomar valor para soltar una broma que siempre ha acompañado a la familia y ofrecerle “una carrerita en muletas”, a lo cual siempre tenía la mejor respuesta de todas… una linda sonrisa… sincera y amable que me decía que dentro de todo también podías ser feliz.
Y así es como te quiero recordar… feliz… porque todos somos humanos y nos equivocamos pero aprendemos de esos errores y yo sé en lo más profundo de mi corazón que lo entendiste y supiste arrepentirte aunque quizá no lo decías abiertamente.
Sé que te fuiste feliz porque a pesar de todo sabías que te queremos, todos, hasta el corazón más duro y resentido de todos pues nadie podía resistirse a tu sonrisa pícara y honesta con la que conquistaste muchos corazones (hasta tus últimos días repartiendo caramelos a los niños del barrio… y seguramente a algunas vecinas coquetas también)
Y allá donde estés seguirás feliz porque todos tenemos un espacio grande en el que guardaremos esa sonrisa tuya que siempre nos reconfortaba y que recordaremos hasta que te demos el encuentro para poder darte un abrazo más y reírnos con alguna ocurrencia tuya…
Adiós Tío Tito…
Tu sobrino, Cuchibomba
Kikín Rispa
kikerispa2003@yahoo.es
(01 de Marzo del 2017)
Yo pequeño y gordito, muy avispado e inquieto, me hice merecedor de esta chapa de parte suya ya que era muy habitual en él hacer bromas a diestra y siniestra. Muy lejos de molestarme pues entendía que venía del “coche-bomba” (o tal vez a las 5 años aún no entendía nada de esa situación), la asumí con mucho cariño y orgullo.
Y es que siempre tuve buenos y bonitos recuerdos de mi tío durante toda mi infancia, lleno de risas y bromas, juegos y chistes, paseos y visitas… siempre con una sonrisa, con buen filo y con un “sapito” bajo la manga que lo hacía sin duda un tío al que no podía dejar de visitar o ver en mi propia casa.
El tiempo pasa y no espera a nadie, y los errores propios y ajenos pasan factura; y a pesar de estar joven me era difícil entender como las cosas podían cambiar tanto, así como las personas, y de pronto ver a alguien tan frágil después de haberlo visto tan fuerte e imponente.
Ver llorar a esos hombres de acero de tu infancia siempre marcan tu espíritu pues te enseña que todos, todos, sin falta, sentimos dolor, tristeza, soledad, abandono, olvido… pero más allá de hacerlos débiles aprendes a comprenden y valorar que la fuerza del hombre (y de la mujer) no está en las lágrimas sino en lo que te enseñan con ellas, y yo aprendí de él algo que desde ese día jamás pude olvidar: Arrepentimiento.
Y los años siguen pasando y las dolencias propias de la edad no se hacen esperar y a veces juegan malas pasadas (inclusive sin que pasen tantos años). Es cuando echas un poco de coraje al ver cada vez más frágil y triste esa figura imponente y tomar valor para soltar una broma que siempre ha acompañado a la familia y ofrecerle “una carrerita en muletas”, a lo cual siempre tenía la mejor respuesta de todas… una linda sonrisa… sincera y amable que me decía que dentro de todo también podías ser feliz.
Y así es como te quiero recordar… feliz… porque todos somos humanos y nos equivocamos pero aprendemos de esos errores y yo sé en lo más profundo de mi corazón que lo entendiste y supiste arrepentirte aunque quizá no lo decías abiertamente.
Sé que te fuiste feliz porque a pesar de todo sabías que te queremos, todos, hasta el corazón más duro y resentido de todos pues nadie podía resistirse a tu sonrisa pícara y honesta con la que conquistaste muchos corazones (hasta tus últimos días repartiendo caramelos a los niños del barrio… y seguramente a algunas vecinas coquetas también)
Y allá donde estés seguirás feliz porque todos tenemos un espacio grande en el que guardaremos esa sonrisa tuya que siempre nos reconfortaba y que recordaremos hasta que te demos el encuentro para poder darte un abrazo más y reírnos con alguna ocurrencia tuya…
Adiós Tío Tito…
Tu sobrino, Cuchibomba
kikerispa2003@yahoo.es
(01 de Marzo del 2017)
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