miércoles, 27 de noviembre de 2013

Comando, Capitán y HEROE

Capitán del Ejército del Perú, miembro del equipo élite de “Comandos”. Dirigía un operativo de patrullaje en la Selva del VRAEM con su unidad, cerca de 20 personas. El vigía iba delante del grupo, marcando la avanzada. No pasó mucho tiempo hasta que sintió algo raro y se lo informó al Capitán… “Yo voy adelante”, fue su respuesta. Prosiguieron y él también presintió algo raro… “Sepárense seis metros uno de otro”, dio la orden. “Pero Capitán, no nos vamos a ver”, respondió el “radio”. “Hagan lo que yo les digo”, afirmó el Capitán, y prosiguieron la marcha. En un operativo en la selva, alejarte de tu compañero seis metros es una acción temeraria, casi suicida, pues siempre tienen que estar a la vista uno de otro… sin embargo, el Capitán estaba seguro de lo que ordenaba. 

Él prosiguió a la cabeza, con la fría sensación en las entrañas de que algo no andaba bien… hasta que escuchó ese maldito sonido, odiado más que temido por todos los soldados, él incluido. Sintió una corriente helada pasando por toda su columna vertebral… “click”, fue el maldito sonido. No tienes más de un segundo para darte cuenta y saber que solo un milagro te saca vivo de ahí… una mina… “boom”, fue el siguiente sonido, y con ello se apagaron todos los demás sonidos del mundo, junto con tantos sueños, esperanzas, ambiciones, recuerdos, memorias, deseos… la familia… “¡Mis hijos!”. Sonidos apagados por una maldita guerra que no hay cuando tenga fin.

Los siguientes sonidos que no captaban los oídos del Capitán fueron los de las ráfagas de balas… emboscada… cayó el segundo, cayó el tercero… ráfagas de respuesta de los soldados veinte metros detrás, ráfagas enviadas a todos y a ningún lado a la vez. Escondidos en la selva no puedes ver al enemigo pero veinte metros detrás de la explosión, ellos tampoco te pueden ver. El Capitán tenía razón, su instinto, su decisión, su valor; salvó la vida a los demás que venían mucho más atrás. 

El oído de Capitán se activa, capta unos sonidos… balas… gritos… se demora en reaccionar… ¡vive! “¡tengo que huir!”, pensó. Empezó a correr… cayó al piso. No sabía que pasaba. Miró sus piernas… Prefería no haber despertado. La explosión le hizo perder la izquierda y quedar con la otra en muy mal estado. ¿El fin? ¡No! Un Comando no piensa en eso… esperar, agarrar su arma, defenderse… No hay marcha atrás para un Comando, menos para el Capitán, ¡la vida o la muerte! ¡Honor! ¡Patria! Eso era lo que pensaba… esperar… arma en mano. 

Pasó algo de tiempo sintiendo que el tiempo mismo era el infierno. Minutos, horas, como saberlo… ¿importaba? Tal vez sí, tal vez no; más importante que sobrevivir es haber vivido como Comando, como Capitán. La familia, los hijos, los sueños… son cosas por qué vivir y no caer en batalla. Esperar… pasaba el tiempo con vaivenes de consciencia, hasta que en algún momento, entre sueños, distingue uniformes conocidos… caras conocidas… sobrevivientes… ayuda… fueron a buscar a su Capitán. 

“Médico”, piden a gritos. Lo atienden, lo ayudan, lo salvan. Lo llevan a un lugar seguro para atenderlo. “Mierda, está jodido, hay que sacarlo”, parece decir el médico como quien pierde la fe. La explosión, la podredumbre, la selva… infección. No se puede perder tiempo en la selva, hay que sacarlo en helicóptero, es la única opción. No es nada sencillo, pedirlo, que salga de base, que los ubiquen… y cuando llega, otra emboscada. No puede aterrizar… La infección avanza. “Hay que cortar más la pierna para que no avance la infección”, es la difícil solución. Así se hizo… seguir esperando el helicóptero, más emboscadas, más infección… más desesperación, menos fe. 

Dos días después el Capitán es retirado de la zona roja. Dos días… en la selva es toda una vida, en especial cuando la vida se va yendo poco a poco entre las infecciones y el peligro de otra emboscada. Miedo, frustración, dolor, abandono… ¡No! ¡No para un Comando! ¡Vivir o dar la vida por la patria! El Capitán sigue vivo, se aferra la vida, a los sueños, a la familia que espera en casa… tiene que vivir… no va a caer en batalla. 

Llega a Lima y lo espera una nueva operación de la pierna: Amputación arriba de la rodilla. La infección seguía avanzando, no se puede correr riesgos, hay que asegurar que no quede nada… arriba de rodilla… ¿Y la otra pierna? Casi inservible. Se necesita reconstruir la otra pierna, operar, insertar un tendón… más operaciones. No importa, vive, el Capitán vive… tiene sueños, la familia, a seguir adelante. 

Mes y medio en cuidados intensivos y otros meses más de recuperación en el hospital. Tiempo para pensar, para reflexionar, para reordenar la vida. ¿Qué hacer? ¿Cómo hacerlo? ¿Seguir usando el uniforme? ¿Volver a caminar? ¿Seguir luchando? Dudas, preguntas, inquietudes… ¡No! ¡No para un Comando! ¡Vivir o dar la vida por la patria! El Capitán sigue vivo, no cayó en batalla… se aferra la vida, quiere luchar, tiene que luchar… ¡VA a luchar!

Ultimo operativo antes de la Emboscada. El capitán Carlos Felipa sentado al extremo drecho de la foto.

¡He dicho! 


Homenaje.- Esta primera parte de su historia se la dedico porque es un HÉROE, con las cinco letras en mayúsculas. Es un HÉROE como muchos héroes peruanos que tenemos y que no conocemos ni valoramos. Es un HÉROE que nos cuida la vida a cientos de kilómetros y que se le hincha el pecho por su valentía y heroísmo, pero que una vez caído en batalla es olvidado y dejado de lado, en muchos casos, por su institución y por todos sus compatriotas a los que juró proteger. Es un HEROE porque a pesar de que casi pierde las dos piernas, sigue en pie, peleando, luchando; demostrando que un Comando, que un Capitán, que el Capitál Carlos Enrique Felipa Córdova, vive y seguirá viviendo como tal, para enseñarle a mucha gente que todo es posible, que todo se puede superar cuando se quiere vivir… vivir como HÉROE.


Kikin Rispa
kikerispa2003@yahoo.es
(27 de Noviembre del 2013)

viernes, 8 de noviembre de 2013

Kikin, Nick... y el otro Nick

Hace poco más de un mes estuvo en Lima el gran orador internacional, Nick Vujicic. ¿Qué? ¿No lo conocen? No te cacheteo no más porque estás al otro lado de la pantalla… como quien dice, por “cultura general”, todos deberían conocer a seres excepcionales como él, así que si no has escuchado o leído nada, te dejo este video que realmente es increíble: http://www.youtube.com/watch?v=od2lg1ZC20s.

Cuando supe que venía a Lima me emocioné como fan de Justin Biever (¡guacala!). Fuera de sarcasmos, de verdad fue emocionante tener la oportunidad de ver y escuchar en vivo a este ser extraordinario, así que por más misio que estuviera, valía la pena comprar mi entrada… y vaya que fue así, pues todo lo que pasó después, nuevamente está entre la línea de lo anecdótico y lo milagroso (http://kikin-rispa.blogspot.com/2013/10/anecdota-o-milagro.html)

La entrada “Platinum” estaba S/.157.00 y la “VIP” estaba S/.103.00, si bien no era mucha la diferencia, por lo mismo que estaba “aguja”, siendo “varón conshente”, prefería comprar VIP. En el interín, le pasé la voz a mi batería para ir (otras PCDs)… “ya chévere…”, “si fácil”, “cuando compres me avisas”, “de hecho voy”… resultado: Nadie confirmó y me resigné a ir solo. 

Dos días antes del magno evento, mi nuevo pata “el comando biónico” me llama y me dice: “Kikin, CONADIS me ha invitado a la premiación de Nick en el Congreso este sábado a las 10am, ¿Vamos?”. Al principio dije no porque tenía chamba, pero luego de pensarlo bien, me di cuenta que no podía perder esa oportunidad… llamé a mi pata y le dije: ¡Vao!

Fuimos… temprano… ni pase teníamos en la mano… “invitados de CONADIS”… yo en muletas y terno (para hacerla más dramática jajaja)… entramos… 5 gatos (hora Cabana)… “siéntense donde gusten”… ¡PRIMERA FILA! Esperamos… dos horas… sala llena… ¡Ya llegó! Se sentó… frente a mí… ¡a dos metros! Alucinante… un gran mensaje… un gran hombre… Digno de admiración… salimos contentos… “gracias por la invitación, Nick es excepcional”… “¿Vamos mañana?”… “No puedo…”



Resignado una vez más a ir solo a la zona VIP, no tuve más opción que ir en auto. No sabía si habría estacionamiento y en qué parte de San Marcos, así que decidí dejarlo en una casa cercana y tomar un taxi que me lleve… “Relojeando” la zona, pensé en una amiga… no, su zona es media “movida”… llamé a mi primo… tenía guardia… llamé al Erickillo… “normal amigo lo dejas en la puerta de mi casa”. ¡Chévere! 

Ahí lo dejé y tomé un taxi. Fuimos por la puerta de Universitaria… “El ingreso de VIP es por Venezuela”… csm… a dar la vuelta… El taxista, luego de hacer una maniobra “temeraria”, me dejó en la puerta correcta. Había cola, no abrían aún, llegué 1 hora antes de la indicada. Me acerqué a la reja a preguntar… “!Kikin!”, me llamaron. Voltee y un pata me saludó pero me demoré unos segundos en reconocerlo. Lo saludé y se acercó a mí. “Soy parte del equipo de apoyo del evento… pasa”. Crucé la reja y esperé a que abrieran conversando con él y otros colaboradores. 

Abrieron la reja y estúpidamente la gente empezó a correr… Malditas malas costumbres de los peruanos, no había nadie dentro pero sin embargo tenían que correr… ¿Para ganarle a quién? No entiendo… en fin… autos también ingresaron… y yo dejando el mío por otro lado… en fin… Había un chico tratando de correr con la “manada” y era más que obvio que le costaba caminar. Mi pata le pidió a la gente que se calmaran y que no corran, que podían causar un accidente; alabado sea el señor que la gente hizo caso. 

Mi amigo se acercó a este chico, le pidió calma y lo invitó a caminar con nosotros. Luego se acercó a un primer auto a pedirles que nos den un aventón. El chico dijo que no quería subir así que sin pensarlo yo me metí al auto y desde dentro le dije: “vamos, acompáñame”. Entre el “apúrense” de la señora y el “acompáñalo” de mi amigo, el chico subió. “Gracias, eres una buena persona”, me dijo con dificultad. 

Un par de minutos después bajamos del auto con un “gracias” a los desesperados señores. Le dije que no se preocupe, que lo acompañaría hasta su sitio. “¿Qué zona es tu entrada?”, pregunté. “Platinum”, respondió. “problemas”, pensé… ya vería como me las arreglaba pero mi misión era dejarlo en su sitio, sentado. Primer control… ni siquiera me miraron… pasé. Bajamos todas las gradas de la tribuna, un señor lo tuvo que ayudar a bajar. Llegamos al segundo control: “Entradas a la mano por favor”… Pensé que esa sería mi parada… “Lo estoy acompañando”, dije… y me dejaron pasar… Bueno, mejor, para dejarlo en su sitio, lo encargo con alguien y me voy… “¿Me vas a acompañar, no?, nos sentamos juntos”, me dijo. Solo pude decir: “Claro, nos acompañamos, sentémonos por acá”. Nuevamente estaba adelante, segunda fila. Eso ya no podía ser coincidencia.

No voy a contar sobre lo que conversamos porque es algo entre él y yo. Solo puedo decir que durante las dos horas de contarme su historia, su vida, su discapacidad, su familia, su colegio, su “ex”, sus palomilladas, sus sueños, sus frustraciones, sus ídolos, su sueño hecho realidad, su futuro… durante esas dos horas tuve el corazón en la garganta y las lágrimas ahogadas detrás de los párpados. Fue increíble conocer a una persona tan normal atrapada en un cuerpo con discapacidad; tan lleno de vida, tan bueno, tan noble, tan emocionado por ver a su ídolo Nick (y a su otro ídolo, Gisela), tan “chacotero” como cualquier otro chico de 16 años, que te hace pensar más allá de justicias o injusticias, en verdaderos milagros hechos personas.



No me cabe duda de que yo tenía que estar ahí, en esos dos momentos, porque así lo quiso Dios, lo propuso el destino y lo seguí yo. Si hubiera comprado otra entrada, si alguien me hubiera acompañado, si otra persona me hubiera guardado el carro, si otro taxista hubiera parado, si no me subía a ese carro, si hubieran sido otros los controladores… todo hubiera sido diferente… por eso agradezco siempre por las cosas que pasan, sean o no sean como yo espero, porque siempre hay algo más grande detrás, “conspirando”, para que las cosas sean como tienen que ser… yo solo debo estar atento y seguir el camino… 



¡He dicho! 


¿Y Nick?: Después de las emociones intensas que tuve con este chico de 16 años llamado Nicolás (alias “Nick”), cuando salió Nick, el orador, el impacto fue menos intenso, aunque no menos importante. Realmente es un ser excepcional… y el otro Nick, también.


Kikin Rispa
kikerispa2003@yahoo.es
(08 de Noviembre del 2013)